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Del árbol torcido y sus nudos

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«No se puede desatar un nudo sin saber cómo está hecho». Aristóteles




Por: Agustín Perozo Barinas

«Si quieres cambiar cualquier efecto, es decir, cualquier resultado, debes centrarte en las causas que lo han provocado. La mayoría de las personas están focalizadas en resultados. Conociendo las causas, o mejor aún, solo cambiando las causas podrás cambiar los resultados, tomando en cuenta que estos no son más que derivaciones, o consecuencias, de las acciones e interacciones con el entorno». (Jeroni Calafell)

Vamos a recorrer unos minutos de lectura sobre el origen de algunos tipos de pobreza que nos agobian, como nudos incómodos que no podemos desatar, citando de entrada al matemático Eli Khamarov: «La pobreza es como un castigo por un crimen que no has cometido». Conocemos la frase "árbol torcido no se endereza", como si fuera esta un calco de una sociedad infuncional, desde la perspectiva del mediocre bienestar integral humano en que deriva.

Los orígenes etimológicos del vocablo 'pobreza' se remontan al término proto-indoeuropeo peh-w (poco, pequeño). En griego antiguo, el término παῦρος también significaba poco o pequeño.

Aire y agua contaminados; alimentos, viviendas y medicamentos, en alza constante; irrisorias pensiones de retiro (excepto para algunos aprovechados políticos del sistema), inseguridad ciudadana, basura y vertederos improvisados, desertificación de suelos fértiles, corrupción impune, idiotización, alienación y analfabetismo funcional (más de la mitad de los jóvenes de 15 a 18 años no abren un libro), deuda masiva, guerras con real amenaza nuclear, pandemias globales, inflación galopante, pobreza y arrabalización, violencia y crímenes horrendos, enfermedades ambientales y nutricionales, migraciones desbordadas y discriminación, desempleo y carestías, explotación laboral, narcotráfico (macro y micro), incultura y degeneración, explosión demográfica... y la lista de la podredumbre social, esa calidad dañosa que pudre las cosas, se hace aún más larga. Henry Louis Mencken, con ironía, escribió: «Para todo problema humano hay siempre una solución fácil, clara, plausible y equivocada».

«El ser humano es parte de la naturaleza, y su guerra contra la naturaleza es inevitablemente una guerra contra sí mismo». Esta cita es de Rachel Carson, bióloga y conservacionista, una visionaria, de esas personas que ven más lejos del día a día de todos los que estamos aquí en el planeta. Fue a contracorriente de la manera de pensar de todo el mundo y después se ha demostrado que tenía razón cuando alertó sobre la contaminación de aire, tierra y mar con materiales peligrosos y hasta letales, hace ya seis décadas atrás.

«Estamos dentro de un experimento químico global y ella fue la primera que planteó que podemos hacer un impacto en la naturaleza que es irreversible», señaló Joan Grimalt, profesor de química ambiental.

Con acceso a un flujo enorme de información en la Internet, con datos desde todos los litorales que pueden ser careados entre sí, podemos encontrar los orígenes de esos problemas. Por ejemplo, la contaminación del aire generada por la quema de combustibles fósiles como carbón y petróleo, por emisiones de plantas generadoras, fábricas y vehículos, entre otras fuentes, causa de cuatro a cinco millones de muertes a nivel global cada año.

En el 2004 habían 700 millones de automóviles en el mundo. En el 2022 ascendían a 1,446 millones, según unidades matriculadas. El intenso calor que generan esos motores de combustión interna se disipa en la atmósfera, calentándola, sumado a los gases de escape de efecto invernadero como el dióxido de carbono, el monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, hidrocarburos no quemados, compuestos de plomo, anhídrido sulfuroso y partículas sólidas. Para una mejor comprensión, en el mundo hay un vehículo por cada 5.3 habitantes... quemando combustibles fósiles. 

Entre todos los elementos, el aire, seguido del agua, son los más vitales. En tercer lugar, el alimento. Estamos empobreciendo la calidad y disponibilidad de estos. El aire, obviamente, es 100% disponible, pero cada día de más baja calidad. El agua potable en estado líquido ya escasea en niveles críticos en muchas regiones. El 97.5% del agua en el planeta es salada y apenas el 2.5% es dulce. El 90% de los recursos de agua dulce disponibles en la Tierra están en el Polo Sur, en el Círculo Polar Antártico. Solo el 0.01% se encuentra en ríos y lagos, mientras que el 0,5% se halla en depósitos subterráneos o acuíferos y suponen la mayor parte del agua dulce disponible. Pero no toda puede ser consumida sin peligro, ya que puede contener sustancias contaminantes. Solo el 0.007% del agua existente en la Tierra es potable, y esa cantidad se reduce progresivamente por culpa de la contaminación. Además, su consumo está creciendo de manera exponencial. Gran parte de esa demanda procede de los usos agrícolas, que ya suponen el 70% del consumo mundial. Por lo tanto, la producción de alimentos también está en riesgo. «Cuando el agua te llegue al cuello, no te preocupes si no es potable». (Jerzy Lec)

Vivimos en un mundo de pobres mentales, desde los minúsculos hasta los poderosos manipuladores del sistema dominante. La mayoría de los votantes, los minúsculos pobres mentales, tienen la suficiente capacidad de discernimiento para saber que los mismos políticos por los cuales votan a favor, una y otra vez, son sus habituales martirizadores: en consecuencia, no tienen excusas. Creen, por decisión propia, en el engaño/trampa de ser gobernados por quienes ellos elijan... y no es así realmente: los que gobiernan de hecho no son votados. Desde Argentina, Carlos Larriera nos da una clave:  https://rebelion.org/el-gran-capital-no-existe/

Pero, estas dos caras de la misma moneda son ambas una costosa realidad, ya que una inmensa base de la población los justifica y los premia. 

Contra eso no hay remedio a corto plazo dentro de estos regímenes "democráticos". En cada certamen electoral tendremos los mismos escenarios, los mismos espectáculos, las mismas recetas y los mismos personajes reciclados; y como agregado, las mismas quejas, reclamos y demandas, que son echadas de lado, quizá inexplicablemente, durante el ejercicio del voto.

Estamos en un período maravilloso de nuestra evolución en términos científicos y tecnológicos, con suficiente potencial y asombrosas posibilidades para eliminar progresivamente estas exigüidades, deshaciendo los nudos que impiden nuestra felicidad. Concluimos así con Pitágoras de Samos, quien hace más de dos milenios nos advirtió: «Tú verás que los males de los hombres son fruto de su elección; y que la fuente del bien la buscan lejos, cuando la llevan dentro de su corazón».

Autor del libro sociopolítico La Tríada II en Librería Cuesta.



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