Por Alex Domínguez
29 junio 2025
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●En la imagen captada durante la reciente visita del presidente Luis Abinader a La Romana, hay algo más que un apretón de manos y una conversación entre mandatarios. Se trata de un retrato poderoso de lo que debería ser la política: un compromiso conjunto con el desarrollo, la institucionalidad y el bienestar colectivo.
Luis Abinader ha sabido conducir los destinos del país con una visión amplia y madura. A lo largo de estos cinco años como presidente de la República, ha demostrado que la política no debe estar al servicio de la confrontación ni del ego, sino de los intereses superiores de la nación. Ha dialogado con respeto con sus adversarios, ha consolidado el liderazgo en su partido, y ha gestionado con sobriedad el ejercicio del poder. Por eso, más allá de simpatías partidarias, el presidente se ha ganado el respeto de amplios sectores de la sociedad dominicana.
Pero en esta ocasión también quiero destacar el papel que está desempeñando el senador por la provincia de La Romana, Edward Espíritu Santo. A pesar de llevar apenas un año en esta función legislativa, ha demostrado una madurez política que merece ser reconocida. Ha estado presente en cada espacio que impulse el fortalecimiento institucional y el desarrollo de la provincia. Incluso, me atrevo a decir que en este corto tiempo como senador ha logrado una mayor incidencia que durante su paso como diputado.
Recuerdo una de las visitas del ministro de Turismo, David Collado, al distrito municipal de Caleta. En aquel momento, cuando el ministro anunciaba los proyectos que vendrían para esa comunidad, se podía ver el rostro de alegría del senador Edward Espíritu Santo, lo que evidenciaba su compromiso con el desarrollo de La Romana. Ese gesto, aunque simple, reflejaba un interés genuino por su provincia. De igual manera, he sido testigo de su participación en las reuniones del Consejo de Desarrollo Provincial, convocadas por la gobernadora Ivelisse Mercedes Méndez, donde ha hecho acto de presencia y ha brindado su respaldo institucional. En definitiva, pienso que el senador ha hecho suya la frase: La Romana es de todos.
Edward ha entendido que el liderazgo se construye con hechos, no con discursos. Que el compromiso con su provincia debe estar por encima de aspiraciones personales o partidistas. Y que su rol como legislador implica acompañar, gestionar y representar, sin estridencias, pero con resultados.
El diálogo abierto entre el presidente y el senador, en medio de un acto que beneficia a cientos de familias romanenses, debe dejar un mensaje claro: cuando se antepone el bien común, cuando se coloca el desarrollo de la provincia por encima de las disputas internas, la política recupera su verdadero sentido.
Este ejemplo debe ser observado con atención por los líderes políticos de todos los partidos. Porque al final del día, La Romana, como toda la República Dominicana, necesita menos confrontación y más trabajo conjunto. Necesita líderes que se sienten a la mesa, aún con diferencias, para construir soluciones. Porque primero está el país, luego el partido. Primero está el pueblo, luego los intereses individuales.
alexdminguez@gmail.com
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